jueves, 18 de febrero de 2010

¿De qué hablamos?

¿Qué se pasa por la cabeza de cada persona cuando habla? Es evidente que podemos pensar antes de decir las cosas, de ahí a que pocos suelan hacer esta práctica es otro tema; por lo general ocurre que pensamos lo que vamos a decir en situaciones donde el tema lo requiera o donde el receptor sea una persona con la que no se puede estar relajado. Pero cuando nacen temas en medio del coloquio; entonces nadie piensa, sólo actúa.

Aquellas charlas que sostienen las personas de otra generación que no parece ser la nuestra, tienen un toque más útopico que el de ésta. Nosotros ya no hablamos de terminos desconocidos; en cambio seguimos hablando con palabras que nadie entiende y es justo aquí cuando nace la segunda pregunta: ¿Por qué el ser humano tiende a hablar de palabras que no existen?

Como si no bastara ya el hecho de hablar de paz, justicia o perfección, cada quien intenta darle un significado a estas comunes palabras;y en el peor de los casos se hacen afirmaciones como "sólo Dios es perfecto". ¡Pero si no se sabe qué es perfección! en cambio en casos más deprimentes salen a la calle a protestarle al aire por la "paz" ¿qué es paz,tres letras, un sonido? y en casos de ingenuidad o desesperación la gente acude a tribunales,reclamando derechos (que por cierto no existen) ante alguien que no le importa mucho lo que pasa con aquel que reclama justicia.

El escrito,por cierto, no tiene intención alguna; pero es bueno cuestionarse sobre esas largas charlas en las que todos afirmamos tener la razón sobre un fenómeno que no ha existido y no va a existir.

viernes, 12 de febrero de 2010

El telón


Jugamos a hacer teatro, jugamos a ser actores; mientras la ansiedad consume el tiempo y fingimos no permanecer en el mismo recinto; fingimos ser desconocidos con encuentros casuales.Lo que aumenta el reto de acercarse al otro,de hablar.

Jugamos a hacer teatro, pero no tenemos escenarios y las escenas son sólo breves momentos que transcurren en cada encuentro. El verdadero cuestionamiento es ¿Cuál es la realidad de los actores si sus libretos se confunden con la vida misma?

jueves, 11 de febrero de 2010

La silueta perdida

Se pierde tu rostro, se esfuma entre los días y las nuevas caras que parecen mostrar ansiedad ante la posibilidad de nueva carnada. Se va entre la niebla de la ciudad perdida y poco a poco una voz, tu voz, se convierte en lo que debería ser una imagen y ya no hay más sonrisas ni más besos y sólo entonces logramos descubrir que ya no somos lo que éramos. Pero nace un juego, juego de adivinanzas, de palabras, y parece que ganara el que sepa quién se difumina primero en el lienzo que el pintor desechó.

Se pierde tu rostro y es como si después del abismo no quedara nada de lo que parecía estar esperando; los espejos ya no reflejan tu rostro, rostro que ya no existe porque al pasar de los días se desvanece entre el humo, la ansiedad, el licor y un vaso de vino que sólo espera las expectativas del nuevo mundo.

Se desvanecen tus manos, esas que se unieron para levantar al otro; y ya no veo el rostro que se perdió tras las largas charlas sin palabras.

Se pierde tu rostro, se esfuma entre los días y las largas noches, se pierde tu rostro y mi mente parece no recordarlo.

lunes, 1 de febrero de 2010

Alicia

I
El pecado no se cometió en el beso mismo, sino en el acto anterior y posterior a él; pues el primero venía cargado de un deseo por lo irresistible, por aquello que se hacía llamar prohibido; lo segundo quedaba como un inmenso recuerdo y el grato cinismo que, de ahora en adelante, la acompañaría en cada palabra que quisiera expresar para aquel que se había empeñado en no recordar en el mismo momento en el que esos labios ajenos, prohibidos y tentadores la provocaron tanto como su sonrisa maliciosa incitaba a aquel juego a seguir adelante.

Pero el juego había terminado - o eso parecía- y ya no quedaba más de aquella magia que había nacido desde la noche en que sus cuerpos parecían uno solo; pero que el azar o el destino, no había dejado que aquello se consumara en un acto tan profundo como el deseo mismo. Ahora sólo quedaba aquella realidad que ni borrandose Alicia la memoria lograría quitar el sabor de aquella boca.

Contrario a todo lo que le había enseñado la buena moral, Alicia no sentía culpa alguna, pues sabía que sólo de sus labios podría salir una verdad y ella podría inventarse o mejor podría elegir cualquier verdad. Además la fidelidad no era un acto meramente carnal; y si parecía confundida era sólo por causa de llevar mucho tiempo entre lo prohibido y lo que parecía ser aceptado.