Sin embargo el problema no es que la gente a diario hable de lo mismo, el problema radica en que dejó de sorprenderse por los mismos y peor aún ya los desprecian, aunque no tengan mas temas para tratar porque las agendas noticiosas sólo están encargadas de contar una mínima parte de toda la historia, sin enlazar, por supuesto, lo sucedido durante medio siglo.
Pero como ya todos somos tan conocedores de lo mismo, entonces todos estamos en las facultades para dar consejos, al desahuciado le aconsejamos no aferrarse a la vida cuando nosotros lo que menos deseamos es morirnos, al separado que luche por su hogar porque añoramos ese hogar que nuestros padres nunca nos dieron, al enamorado estamos seguros de decirle que no se entregue porque la noche anterior descubrimos el sabor de la infidelidad porque ellos mismos la hicieron y así se desprenden una gran lista, toda ella carente de autoridad, al menos moral.
Lo cierto es que todas estas cosas que en la cotidianidad se convierten en nuestro tema cumbre no son mas que eso, cosas, maricadas, con las cuales nos encargamos de arruinar vidas ajenas y propias
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