miércoles, 3 de marzo de 2010

Miedo a escuchar

Era como si sus palabras llegaran a mis oídos y penetraran de tal forma que era imposible no aterrarse y casi doblegarse ante ellas.

Cuando estaba pequeña siempre lloraba por el mismo motivo, motivo que ahora era imposible de negar, aunque a diferencia de mis perturbadores llantos; esta era una realidad donde no había apoyo de ninguna clase. La idea seguía retumbando en mi mente y nadie lo comprendería, después de todo era un problema de todos pero ninguno quería echarse la culpa.

Justo aquel día me había sentido sola, perdida, incomunicada y desubicada. "Nadie escapa de esto" había sido la frase final de aquella predicción; sus palabras daban vueltas en mi mente, las cosas se complicaban para mí, además lo que pasaba en el exterior no me hacía sentir más fuerte, por el contrario, me sentía indefensa y en un campo de guerra, pensaba en cómo sería perder a mi familia en una situación similar; era como si mi habitación fuese una trinchera y cada individuo cercano fuese mi enemigo.

El movimiento de cada objeto me hacía sentir un profundo deseo de llorar y traía a mi mente una serie de cuestionamientos que sólo conseguían ahogarme, pero tenía algo claro, estaba sola en la ciudad perdida.

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