lunes, 5 de abril de 2010

El sueño del ente


Anoche soñé que estaba en una extraña habitación en donde todo parecía con colres de un negativo y para salir del sitio las cosas eran complicadas pero tan bien soñé que me extrañaban que sus abrazos eran cálidos, que había alegría a mi regreso y que contaban conmigo para muchos de sus proyectos. Entonces era feliz y las lágrimas no existían y yo podía contar con muchos.

Como por causa de la misma felicidad, desperté y recordé que era completamente odiada, imaginé que para poder ocasionar esta sensación tenía que ser un fantasma pero los fantasmas no existen y por lo tanto no duermen, entonces tal vez seguía viva, aunque la diferencia entre no estarlo y estarlo en una profunda soledad no era mucha.

Cuando amaneció salí a caminar entre la gente; nadie me recordaba, estaba ahí frente a ellos, les acariciaba los cabellos y no me sentían, lloré pero mis lagrimas no los conmovieron, grité y me oyeron, estoy segura de que me oyeron y fue ahí cuando comprendí que las cosas eran peor de lo que pensaba porque no estaba muerta, no era un fantasma, pero no estaba viva mi esencia por tanto era un ente sin esencia, sin la esencia de la que hablaba Santo Tomas de Aquino y los entes pocas veces se recuerdan, pero se recuerdan, entonces no podía ser un ente; lo analicé y mi miedo fue aún peor cuando me di cuenta que era una voz y que mi voz no alcanzaba lo suficientemente fuerte paras retumbar en sus mentes como un recuerdo.

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